Reapareció Germán Larrea con una oferta por el 100 por ciento de las acciones.
Enrique Quintana
La historia de la venta de Banamex ha dado un nuevo giro.
Cuando parecía que Citi tenía definido su camino —vender el 25 por ciento del banco a Fernando Chico Pardo y colocar el resto en los mercados accionarios— reapareció Germán Larrea con una oferta por el 100 por ciento de las acciones.
El empresario no logró cerrar un trato con Citi hace poco más de un año, entre otras cosas, por las diferencias que tuvo con el gobierno de López Obrador. Ahora vuelve al escenario con una propuesta que, si prospera, cambiaría radicalmente el destino del banco.
Hasta el domingo por la tarde, Citi ha dicho que ‘no ha recibido formalmente’ la oferta, pero el solo hecho de que exista reacomoda las piezas.
Grupo México le habría planteado a Citi adquirir el 100 por ciento de las acciones. Una cuarta parte de Banamex a un precio similar al acordado con Chico Pardo —alrededor de 0.85 veces el valor en libros— y el resto a un múltiplo de 0.80.
Es, en términos prácticos, una oferta por todo el banco en condiciones equiparables a las que Citi ya aceptó parcialmente.
La decisión de Citi dependerá de muchos factores. Primero, que la propuesta tenga respaldo financiero claro. Además, cualquier operación tendría que superar el filtro de las autoridades mexicanas y estadounidenses, con especial atención a las implicaciones en competencia económica y en la estabilidad del sistema financiero.
El consejo de Citi enfrentará un dilema estratégico. Por un lado, la venta total a Grupo México simplificaría su salida del negocio minorista en México, objetivo que busca desde 2022. Por el otro, la alianza con Chico Pardo y la posterior colocación en bolsa ofrecen una salida gradual, con menor riesgo político y reputacional.
La comparación no será solo de precio, sino de certidumbre. Una oferta alta pero con financiamiento incierto puede ser menos atractiva que una más modesta, pero segura y sin sobresaltos.
En México, el gobierno podría ver con simpatía el regreso de un “Banamex mexicano”. Desde el inicio del proceso, la idea de que el banco quedara en manos nacionales ha sido políticamente atractiva. Sin embargo, esa afinidad no bastará para aprobar la operación.
Hacienda, la CNBV, el Banco de México y las autoridades de competencia analizarán con lupa el origen de los recursos, la estructura de capital y los posibles riesgos de concentración.
¿Por qué Larrea vuelve ahora? La respuesta parece estar en la coyuntura.
El clima político luce más conciliador, y las tensiones que impidieron el acuerdo anterior parecen haberse disipado. Además, la operación con Chico Pardo fijó un precio de referencia y demostró que Citi está dispuesto a vender.
Grupo México, con una estructura financiera sólida y posible respaldo de bancos internacionales, puede ahora plantear una oferta viable.
También hay un componente estratégico: diversificar su conglomerado y fortalecer su presencia en sectores financieros y de infraestructura.
La oferta de Larrea, sin embargo, no puede ignorar el acuerdo con Chico Pardo. Citi ya comprometió una cuarta parte de Banamex a su grupo, en una operación que podría cerrarse en 2026. Eso significa que cualquier compra total tendría que integrarlo o indemnizarlo.
Grupo México ha dejado abierta la posibilidad de mantener su participación, adquiriendo solo el 75 por ciento restante, lo que implicaría una alianza entre ambos empresarios.
Los escenarios son diversos. Si Citi acepta, se podría asistir a la ‘mexicanización’ de uno de sus bancos más emblemáticos, ahora bajo el paraguas de un grupo industrial con músculo financiero.
Si la oferta se rechaza, el plan original de venta parcial y salida vía bolsa seguirá adelante.
Pero, a estas alturas no se puede descartar que surja un tercer camino: una operación combinada en la que Grupo México y Chico Pardo compartan la propiedad, con una eventual colocación de acciones en el mercado.
En cualquier caso, el episodio refleja la compleja interacción entre negocios, política y reputación que rodea la historia de Banamex.
Lo que parecía un proceso cerrado ha vuelto a abrirse, y la decisión final ya no será solo financiera. Será también una definición sobre el rumbo de un protagonista fundamental del sistema bancario mexicano y sobre la capacidad de un grupo nacional para asumir el control de una de las instituciones más simbólicas del país.
Porque más allá del precio o del porcentaje de acciones, lo que está en juego es quién contará la próxima etapa de una historia que comenzó hace más de 140 años y que, como se ve, todavía no termina.