Despídete del estrés del día:
Luego de un día ajetreado, ¿qué mejor manera de liberar tensiones que con una buena sesión de ejercicio? Estirar esas piernas, sacar toda la energía acumulada y regresar a casa sintiéndote renovada. ¡Es como presionar el botón de reset!
Un rato para ti:
En la noche, el mundo parece dormirse lentamente, dándote un espacio más personal e íntimo para concentrarte en ti misma. Sin las distracciones del día, puedes conectarte mejor con tu cuerpo y disfrutar cada movimiento.
Temperaturas más amigables:
Si vives en un lugar donde el sol no da tregua, sabrás lo que es sudar la gota gorda al ejercitarte al mediodía. Pues bien, las noches suelen ser más frescas y amigables para esas rutinas al aire libre.
Mejora el sueño:
Aunque puede sonar contradictorio, hacer ejercicio algunas horas antes de dormir puede ayudarte a conciliar el sueño más rápidamente. Tu cuerpo, al liberar endorfinas, se relaja, facilitando un descanso profundo. Eso sí, no te pongas a hacer ejercicio justo antes de acostarte, dale al menos una hora para que tu cuerpo se relaje.